
CULTURA
El actual pueblo Mapuche desciende de los pueblos que colonizaron América, tanto de los primitivos cazadores y recolectores como de los que cultivaron productos andinos como maíz, papa, quínoa, ají y zapallo.
En el momento de la conquista hispana, en la zona centro sur de Chile había pueblos que compartían la lengua mapudungun pero tenían diferencias regionales. Entre el río Bio Bio y el golfo de Reloncaví coexistían dos sociedades diversas: Pitrén y El Vergel. Los indígenas de la cultura Pitrén vivían de preferencia en los valles y lagos precordilleranos, en tanto que los de la cultura El Vergel ocupaban los valles bajos y la costa. Las diferencias entre ambos era un mayor o menor manejo de la agricultura y la metalurgia, y la diversidad de sus cerámicas.
La ocupación de las tierras Mapuche obligó a los españoles a crear un ejército permanente y fijar una frontera en el Bio Bio. La llamada Guerra de Arauco duró tres siglos, desde el siglo XVI hasta bien entrado el XIX. Consecuencia de este proceso fue que los Mapuche, antes disgregados, se unieron para enfrentar al conquistador. Nació de ello una sociedad aborigen que incorporó a su cultura aportes europeos tales como el caballo y los vacunos, y cultivos como el trigo y la cebada.

CERAMICA MAPUCHE. DE PITREN A VALDIVIA
La cerámica permite identificar las culturas que existieron en el área Mapuche en los últimos quince siglos.
La más antigua pertenece a la cultura Pitrén y data del siglo V. Comprende jarros y ceramios con formas antropomorfas y zoomorfas, de un solo color, aunque suele tener decoración de líneas, puntos o negativos de hojas. El pueblo Pitrén vivió mayoritariamente en las riberas de los lagos y su cerámica se encuentra desde el río Bo Bio hasta el golfo de Reloncavi, sobre todo en la costa, donde permaneció hasta la conquista.
A partir del siglo XI surge la cerámica El Vergel, pueblo que vivió más al norte, en un clima menos frío. Fue una sociedad sedentaria que cultivó papa, maíz y quínoa en pequeños huertos. Su alfarería tuvo decoración geométrica pintada en rojo sobre blanco. Hasta enterró a sus difuntos en grandes urnas cerámicas.
La conquista, a partir del siglo XVI, afectó a la sociedad indígena y su cerámica. Los cántaros adquirieron proporciones y estilos más cercanos a los europeos, aunque su decoración siguió ocupando motivos geométricos. Se conoce esta cerámica bajo el nombre de Valdivia y su producción ya es propia de la sociedad Mapuche.

TEJIDOS. DISEÑO ANCESTRAL
La tradición textil Mapuche se remonta a la prehistoria y ya en tumbas del siglo XI se han encontrado tejidos.
Durante la Guerra de Arauco los tejidos tuvieron importante papel de intercambio entre mapuches y españoles, especialmente en la zona aledaña al río Bio Bio. Durante el siglo XIX este intercambio y la producción textil alcanzaron su máximo apogeo.
En la sociedad Mapuche el arte textil es realizado sólo por mujeres. El hombre, casado con varias esposas, atesoraba muchos tejidos que le servían tanto para demostrar su posición social como para cambiarlos por otros productos, o venderlos. Hasta hoy, la mujer Mapuche teje en grandes telares verticales las prendas mayores, como los pontro o frazadas, los makuñ o ponchos, usados por los hombres, los kepam o prendas de vestir femeninas, y los trariwe o fajas, que usan ambos sexos. En el ámbito ecuestre, tan importante en este pueblo, se destacad el tejido del chañuntuko o pelero para colocar sobre el lomo del caballo.
El diseño de los textiles Mapuche obedece a un verdadero lenguaje, que informa acerca de la persona que los usa y la circunstancia en que lo lleva.

PLATERIA. UNA CREACION RECIENTE
La platería Mapuche, caracterizada por sus joyas, es una creación que comenzó tardíamente en el siglo XVIII y tuvo su apogeo en el XX. En esa época, los Mapuche dominaban el extenso territorio de las pampas patagónicas al sur del Bio Bio, entre los océanos Pacífico y Atlántico. El poder se concentraba en manos de los jefes de los linajes familiares, lonkos, que controlaban el intercambio comercial entre los Mapuche de ambos lados de la cordillera, y con los Mapuche de territorios fronterizos. Este intercambio enriqueció a los lonkos que tenían a su servicio plateros que hacían aperos para sus caballos y joyas para sus mujeres, cuya ostentación reafirmaba su prestigio.
Joyas y aperos se fabricaron con las monedas de plata que se obtenían del comercio y, ocasionalmente, de botines de guerra.
Ente las joyas de las mujeres se destacan los tocados para la cabeza o trarilonko, a veces con largas bandas forradas en plata para envolverse las trenzas. Los colgantes o pectorales, como los sekil y los trapelacucha. Las agujas o prendedores para sujetarse el manto, llamados akucha cuando tienen una esfera al extremo o tupo si rematan en un disco plano. Todas estas joyas tienen colgantes cuyo sonido proclama la riqueza de su portadora o el poder de su esposo.